Haciendo lo mismo no tendremos resultados diferentes

Para Foro Ciudadano, en República Dominicana la situación no ha cambiado, más bien la pandemia continúa desvelando la exclusión social, la escasez, la represión, la discriminación y las drásticas restricciones de accesos a los servicios públicos que ha vivido la mayoría de la población en las últimas décadas.

La pandemia nos encontró con un sistema de salud fragmentado e inaccesible para las personas más empobrecidas, como consecuencia de permitir que el mercado asuma la conducción, manteniendo un enfoque anacrónico que privilegia la reparación de la salud antes que su protección y promoción.

El actual sistema se caracteriza por estar constituido de administradoras y proveedores de servicios (clínicas, doctores, etc.) aislados total o parcialmente de la política central de prestación, privilegiando en gran medida a demandas episódicas por condiciones agudas en centros hospitalarios de atención especializada, lo cual es costoso, riesgoso y altamente segregador.

Si algo ha demostrado la pandemia es que, como país, tomamos caminos equivocados. Dejamos de lado los conocimientos y prácticas de la salud pública y la participación comunitaria, para adoptar una visión de mercado de corte neoliberal, donde predomina la capacidad de pago y el “cuco” de la sostenibilidad financiera.  Desde ahí, la población ha vivido la trayectoria de un sistema sanitario que brinda trato diferenciados a aquellos-as que se mueven con facilidad en el mercado, y otros-as a quienes se le niega hasta la ciudadanía.

Hemos llegado a límites, dado que se unió, a la deficiencia histórica del sistema de salud, a un desconsiderado manejo de la crisis subordinado a la situación proselitista y económica, en desmedro del derecho a la salud y a la vida, orientado a sacar rentabilidad electoral por parte del gobierno.

El tratamiento actual a la pandemia demuestra que hemos olvidado, como país, factores elementales de políticas públicas en salud. Sustituimos el enfoque epidemiológico descentralizado y territorial, por un enfoque clínico centralizado, caracterizado por una pobre intervención sustentada en la recepción pasiva de los casos, por la inequidad en el acceso a las pruebas diagnósticas y el tratamiento y una limitada búsqueda de contactos.

Olvidamos que, en la práctica, la presencia del sector privado incorpora intereses de alta presión económica y política, que hacen inaccesibles los servicios de salud y no son capaces de garantizar derechos. Solo hay que ver el costo de una mascarilla, del alcohol, de unos guantes o de las pruebas para detectar el coronavirus, todo mediado por el comercio e inaccesibles para la mayoría de la población de segunda.

Olvidamos que la situación no es homogénea, ni exclusiva. La salud es para toda la población, no para un grupo. ¿Cómo es posible, que una vez empezó la pandemia el Consejo Nacional de Discapacidad, CONADIS, cerrara sus puertas como cualquier otra institución del Estado, olvidando que la demanda de las personas con discapacidad implica mayor esfuerzo y especialidad que el resto de la población? ¿o no se necesita que los protocolos sean diseñados con enfoque inclusivo, tomando en cuenta los requerimientos de las distintas discapacidades? ¿Cuál es la respuesta que está dando al gobierno a las personas con discapacidad mental que deambulan en las calles?

Olvidamos la diversidad y manejamos pautas universales. Por ejemplo, cuando se plantea que se queden en casa o que se laven las manos, “se descubre” que más de la mitad de la población no tiene como cumplir con ello. ¿O se piensa que es viable mantener la distancia interpersonal en los espacios de vivienda reducidos donde la privacidad es casi imposible? ¿Podrán lavarse las manos con frecuencia cuando la poca agua disponible debe guardarse para beber y cocinar? ¿El confinamiento en una vivienda tan pequeña no supondrá otros riesgos para la salud tanto o más graves que los causados por el virus? Muchos de nuestros barrios ahora cuentan con una fuerte presencia policial y, a veces, están sitiados por las fuerzas militares con el pretexto de combatir el delito o de mantener las restricciones. ¿No será esta la cuarentena más dura para estas poblaciones? ¿Cuál es la diferencia entre la nueva cuarentena y la original, que siempre ha sido su forma de vida?

Esta situación pone en riesgo de caer en la pobreza extrema e inanición a cientos de miles de familias (que dependen de trabajadores-as informales), que no figuran en ninguna base de datos, que están confinadas a sus hogares, sin posibilidad de acceder a las pruebas o a medicamentos de altos costos, en caso de ser afectados por la enfermedad. Olvidamos a los llamados sin techos, ese grupo desapercibido, muchas veces confundidos con enfermos mentales. ¿Cómo será la cuarentena para aquellos que no tienen hogar? ¿Cómo será la cuarentena en las aceras? ¿Cómo se piensan a sí mismo con la frase quédate en casa?

La cuarentena ya está siendo particularmente difícil para las mujeres y, en algunos casos, puede ser peligrosa. Existen suficientes evidencias de que en contextos de emergencias se exacerban las vulnerabilidades de las mujeres al verse afectadas de forma desproporcionada en su autonomía, libertades, movilidad, salud, ingresos, aumento de su rol de cuidadoras y la violencia en sus diferentes manifestaciones. Ya se conocen casos en República Dominicana de muertes ocurridas en medio de esta pandemia. ¿No es esto también un asunto de Estado?

¿Al pedir documentos para las pruebas del COVID19, no se estará excluyendo una parte de la población? Se estima que cerca de un 10% de la población no cuenta con documentos de identidad ¿qué se ha pesado para la población sin documentos? Pero más aún, tanto inmigrantes haitianos como procedentes de otros países están inmersos en sectores que se encuentran sin actividad o con actividad reducida, a partir de las disposiciones emitidas por el Ejecutivo antes la crisis en la que nos encontramos. ¿Cuál es el programa en relación con el empleo o el pago del servicio de la salud está dedicado a esta población que se queda sin medios de vida y expuestos al covid-19?

Olvidamos que estamos en un país democrático. El Estado de emergencia debe ser también democrático, pues tomar ribetes autoritarios en medio de esta pandemia y defender acciones que dañan la dignidad de las personas bajo la excusa de la protección ciudadana, conspira contra la estabilidad social y política, de igual forma que usar represión y censura como mecanismos de control arrastra a la ciudadanía de un estado de emergencia a un estado de sitio.

Los negados son muchos. No considerar estos y otros aspectos muestra las debilidades de la autoridad sanitaria en el ejercicio de función de rectoría del sistema de salud, como la ignorancia de un Estado que ha perdido su función pública de salvar la vida, no solo de los que le son funcionales, sino de toda su población. Con lo cual, no es aceptable que, bajo la excusa de la pandemia del COVID-19, un Estado permita el uso desproporcionado de la fuerza física contra la ciudadanía, el abuso de poder, o infrinja castigos no contemplados en la ley para las infracciones ciudadanas. Con ello se anula o se reduce al principal actor que será de enfrenta la pandemia: la población.

En virtud de lo anterior, Foro, en el marco del Diálogo Ciudadano, generó una serie de propuesta que enumeramos a continuación:

PRIMERO: Se requiere una mayor cualificación del personal profesional de la autoridad sanitaria, tanto a nivel central como territorial para poder liderar el proceso basado en evidencias y en el análisis de las intervenciones.  Mejorar los programas de formación y garantizar la estabilidad de este personal pudiera ser conveniente.

SEGUNDO: mejorar las medidas de bioseguridad para el personal sanitario que en estos momentos están trabajando a nivel nacional con serias limitaciones.

TERCERO: estamos de acuerdo con volver al Estado de Emergencia, pues entendemos que la cuarentena es la mejor opción para detener el avance vertiginoso de este virus. Pero esto no significa que, basándose en la necesidad del confinamiento y el distanciamiento social, nos repitan la historia de restringir a la ciudadanía al rol de mera observadora y consumidora de los desconcertantes cambios que una serie de comisiones “iluminadas” y verticales se inventan cada día sin la participación de la población.

CUARTO: Es necesario potenciar los elementos más importantes de un sistema democrático, la información y las acciones pedagógicas que hacen al ciudadano más libre y capaz de combatir la pandemia a partir del razonamiento lógico y las sinergias ciudadanas fomentadas por el Estado. Es pues esencial imaginar soluciones democráticas basadas en la democracia participativa a nivel de las expresiones mínimas territoriales, o sea desde abajo, desde los vecindarios y las comunidades, y en la educación cívica orientada a la solidaridad y cooperación, para romper con el monopolio de la política, que inutiliza la ciudadanía castrando su labor, su trabajo y su acción.

QUINTO: Urge cambiar el enfoque. Búsqueda activa de casos y contactos, su posterior aislamiento y diagnostico/atención. Al mismo tiempo, prepararnos para adelantarnos a nuevas situaciones parecidas: enfrentar la desigualdad, reducir el predominio del mercado, mejorar la capacidad de la red pública, desarrollar el enfoque de la salud pública y garantizar la participación emancipadora de las comunidades, garantizado el derecho que tiene toda la población a la salud, sin distinción de raza, procedencia, sexo, estatus social o condición de discapacidad.

SEXTO: Desarrollar un sistema en salud público inclusivo y accesible, sobre la base de redes de servicios de salud más allá de sumatoria de establecimientos (por servicios o por procesos) sobre la base de la Atención Primaria en Salud, no restringida al primer nivel.

SEPTIMO: Hay que generar procesos didácticos y lúdicos para explicar a los-as niños-as qué está pasando, por qué tienen que quedarme todo el tiempo en casa y por qué no acercarse a sus abuelos-as.

OCTACO: Definir un protocolo de atención y trato digno a las Personas con discapacidad, que minimice los riesgos de contagio (hasta ir a un cheque rutinario), así como un manual o protocolo de manejo en casa de las personas contagiadas de Covid 19 en formato accesibles para las discapacidades, sobre todo las sensoriales.

NOVENO: Lo ideal para los hospitales es contratar a un intérprete de lengua de señas para asistir y apoyar a las personas sordas, sin embargo, sugerimos que en salud se pueda utilizar las mascarillas transparentes, para mejorar la comunicación con las personas sordas o hipoacúsica; de modo que estas personas puedan entender leyendo los labios. Los médicos pueden usar dispositivos electrónicos, como tabletas o celulares que permiten una mejor comunicación con la comunidad de personas sordas.

DÉCIMO: Disponer espacios de aislamiento dignos, con todas las comodidades para las personas envejecientes, personas con discapacidad y niños-as, que permita el aislamiento sin riesgo. Incluso alquilando espacios mientras esté la pandemia.

DÉCIMO PRIMERO: Disponer de un personal entrenado para el cuidado de las personas en aislamiento. Esto pudiera generar una economía del cuidado y quitarles el paternalismo a las transferencias.

DÉCIMO SEGUNDO: Crear una red coordinada con el estado de instituciones que trabajan con personas con discapacidad, de forma que puedan prestar ayuda a los covid positivos con discapacidad, si lo necesitare.

DÉCIMO TERCERO: Crear una red de instituciones y personas activas de apoyo a la mujer, por medio a redes sociales y otros mecanismos innovadores.

DÉCIMO CUARTO: Abrir brechas de inclusión en los distintos programas tanto a dominicanos-as indocumentados, como de extranjeros excluidos de los programas.

Foro Ciudadano
Foro Ciudadano
El Foro Ciudadano es un espacio de articulación plural, abierto y participativo, de ciudadanos y ciudadanas, que integra los diversos sectores de la sociedad civil articulados a un Movimiento Social, donde se promueve la democracia participativa, la libertad, la trasparencia, la equidad social y género, los derechos humanos, la preservación del medio ambiente, la justicia económica y socia y la paz.

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