Ha dejado entredicho la decisión de adoptar el modelo servicios para introducir la economía al mercado global en detrimento de la producción primaria y la soberanía alimentaria. Así, según datos del Observatorio Dominicano de Comercio Internacional (ODCI) la brutal interrupción de los canales de transmisión a través de los cuales la economía local se vincula al comercio internacional, como las remesas, el turismo y las zonas francas, muestra la extrema vulnerabilidad del sistema. Así pues, la parálisis experimentada por la pandemia representa un riesgo para República Dominicana de US$28,000 millones, un tercio del producto interno bruto (PIB) del país. Las exportaciones nacionales representan US$4,400 millones, un 17 % de los ingresos corrientes; las exportaciones brutas de zonas francas brutas unos 5,700 millones, US$8,400 millones de servicios y las remesas US$6,400 millones.
Según dado del ODCI[1], a pesar de que la crisis encontró al país en una situación externa favorable, la pandemia del nuevo coronavirus terminará causando severos estragos económicos y producirá una drástica disminución en los flujos de comercio internacional.
Desde 2013, la República Dominicana venía registrando reducciones significativas en el déficit de Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos. Entre 2012 y 2017, ese déficit se redujo desde el equivalente a 6.4% del PIB hasta 0.2% del PIB. Aunque en 2018 y 2019 subió hasta el equivalente a 1.4% del PIB, ese nivel fue notablemente menor al observado a inicios de la década.
Los factores que explican este desempeño fueron un crecimiento sostenido de los ingresos por remesas y por turismo, bajos precios del petróleo y, en el primer período (hasta 2014), una recuperación de las exportaciones bienes.
Entre 2013 y 2019, las remesas crecieron a un ritmo promedio anual de 430 millones de dólares y en los últimos tres años lo hicieron en 609 millones por año. En ese período, los ingresos por turismo crecieron a razón de casi 400 millones de dólares por año. Por su parte, las exportaciones de bienes lo hicieron en 326 millones por año, con marcadas diferencias por períodos. Hasta 2014 crecieron de manera intensa, recuperándose de la caída de 2008-2009 que resultó de la crisis económica global. Desde 2015 a 2017 se estancaron. En 2018 volvieron a crecer con mucho ímpetu como resultado de la expansión económica en Estados Unidos, pero a esto le siguió, en 2019, un retorno a una relativamente baja tasa de crecimiento.
Las importaciones de petróleo también contribuyeron a la holgura externa. En todo ese período, la factura petrolera se redujo en 178 millones por año. Las reducciones fueron especialmente intensas entre 2013 y 2016. A partir de 2017 crecieron y explicaron el aumento en el déficit de Cuenta Corriente en esos años, pero tanto la factura petrolera como el déficit continuaron siendo relativamente bajos en comparación con los observados a inicios de la década.
Enero y febrero de 2020
En los dos primeros meses de 2020 el déficit de la balanza comercial se redujo en 201.5 millones de dólares, pasando desde 1,620.4 millones en enero-febrero de 2019 hasta 1,418.9 millones en 2020. Este fue el resultado de un intenso repunte de las exportaciones y de un virtual congelamiento de las importaciones. Comparado con enero y febrero de 2019, las exportaciones crecieron en 174.3 millones de dólares y 11.4%. Este crecimiento fue particularmente intenso en febrero cuando la expansión fue de 138.4 millones de dólares o 18.2% comparado con febrero de 2019. Tanto las exportaciones nacionales como las de zonas francas se expandieron. Las primeras lo hicieron en 17.4% en comparación con enero y febrero de 2019, y las segundas lo hicieron en 8.2%
Las importaciones, por su parte, se mantuvieron estancadas en ese bimestre. En 2020 alcanzaron 3.12 mil millones de dólares, 27 millones menos que en enero y febrero de 2019. Aunque, en consistencia con el comportamiento de sus exportaciones, las importaciones de zonas francas aumentaron en 5.3%, las nacionales cayeron en 63.4 millones de dólares (2.6%) reduciendo el total.
Impacto de la crisis sanitaria sobre los flujos de comercio: un escenario hipotético
A pesar de lo anterior, las expectativas son que a partir de marzo las cifras muestren una drástica reducción. Como resultado del impacto directo de la pandemia y de las políticas sanitarias de respuesta, las operaciones de las empresas de zonas francas se han reducido de forma significativa. Fuentes del sector indican que sólo las empresas de fabricación de productos médicos y farmacéuticos están operando, y seguramente han incrementado sensiblemente su producción debido al incremento en la demanda mundial. En 2019, las exportaciones de esas empresas explicaron el 27% de las exportaciones totales de bienes del sector, el 4.9% del total de empresas y el 13.8% de los empleos totales.
La reducción en la producción y en los flujos de comercio del sector se asocia a dos factores. Primero, las cadenas internacionales de suministros se han visto entorpecidas por caídas en la demanda y la disponibilidad de insumos y servicios de transporte y logística. Segundo, la mayoría de las empresas han cumplido con la orden gubernamental de detener las operaciones de actividades no esenciales. Es previsible que esa orden se mantenga en vigor por al menos dos meses contando desde mediados de marzo.
Los ingresos por turismo también se reducirán hasta acercarse a cero por no menos de dos meses como resultado de la reducción de la demanda y el cierre de fronteras al tránsito de pasajeros. Se prevé que la recuperación de los arribos será lenta. También los ingresos por remesas se verán afectados por la reducción en el empleo y la actividad económica en los países de origen, en particular en algunos estados de Estados Unidos en los que se concentra la población dominicana. Los impactos estarán asociados a las medidas de distanciamiento social de los gobiernos estatales que afectarán los ingresos de los hogares remitentes.
De las fuentes principales de generación de divisas, probablemente la que resultará menos afectada será la de exportaciones nacionales debido a dos factores. Por un lado, los precios del oro se han mantenido muy elevados. El oro explicó el 31.2% del valor total de las exportaciones de 2019. Por otro, las exportaciones nacionales no mineras son principalmente de manufacturas. En 2019 explicaron un 48% de las exportaciones totales, forman parte de cadenas de valor relativamente cortas y una parte importante de ellas se dirige a mercados regionales. Esto podría hacerlas menos vulnerables a disrupciones en la demanda y en las cadenas globales de suministros. Además, un 12% de ellas es de productos alimenticios procesados, cuya producción se clasifica como esencial y, por tanto, se ha protegido de la paralización. De hecho, al considerar las agropecuarias (alimentos no procesados), las exportaciones totales de alimentos y productos relacionados como empaques, las cuales no han sido paralizadas, alcanza el 17% de las exportaciones nacionales.
Es difícil prever con precisión cual será el impacto de la crisis que ha desatado la pandemia del nuevo coronavirus sobre el comercio exterior del país. El evento es muy reciente y no hay estadísticas disponibles ni siquiera del primer mes en el que la vida económica del país empezó a ser afectada por la situación. Sin embargo, es útil tratar de discernir a partir de algunos supuestos mínimamente razonables.
En 2019, los ingresos corrientes de la Balanza de Pagos, esto es, los que corresponden a los que se originan por exportaciones de bienes y servicios (incluyendo turismo), remesas y otros ingresos (renta de inversión y remuneración al trabajo) ascendieron a 29 mil millones de dólares. 11.2 mil millones (39%) fue por exportaciones de bienes (zonas francas y nacionales), 9.3 mil millones (32%) fue por exportaciones de servicios, principalmente turismo, 7.1 mil millones (24%) fue por remesas familiares y el resto (5%) fue por otros ingresos.
Sólo con el propósito de tener ideas gruesas y órdenes de magnitud de los efectos, asumamos los siguientes supuestos para 2020:
Si ese fuese el caso, las exportaciones de zonas francas caerían en 1,566 millones de dólares respecto al nivel observado en 2019, las nacionales se reducirían en 496 millones, los ingresos por turismo caerían en 2,490 millones y las remesas en 1,417 millones. Todo esto supondría una reducción de los ingresos corrientes por 5,968 millones, equivalentes al 21% del total.
Por otra parte, si el precio medio para todo 2020 a que la República Dominicana termine adquiriendo el petróleo crudo y sus derivados fuese de 40 dólares el barril (o su equivalente), en comparación con 51.3 dólares en 2019, la factura petrolera se reduciría en 780 millones de dólares. Asumamos, además, que, como resultado de la reducción en el nivel general de actividad económica, las importaciones no petroleras se redujeran en 20% y las importaciones de zonas francas cayeran en la misma proporción que las exportaciones del sector, las importaciones totales se reducirían en 4,337 millones.
El resultado global de ese escenario hipotético es que el déficit de la Cuenta Corriente se multiplicaría por 2.3. Alcanzaría más de 2.8 mil millones, 1,631 millones más que en 2019. Si la reducción de las importaciones nacionales fuese de 30%, las totales caerían en 5,617 millones y el déficit de la Cuenta Corriente crecería en 351 millones de dólares.
Gráfico 3. Escenario hipotético de reducción en los ingresos corrientes de la Balanza de Pagos debido a la crisis por Covid-19. Millones de dólares
Fuente: elaborado con información del Banco Central.
Esto significaría que al severo efecto que sobre el empleo y los ingresos tendría la reducción en las exportaciones de bienes y servicios y de remesas, habría que añadir un posible deterioro del balance externo. En un escenario de contracción global de los flujos de inversiones, la ampliación de la brecha externa obligaría financiarla con crédito externo o con una pérdida de reservas. De lo contrario, asistiríamos a una depreciación cambiaria que, aunque podría estimular las exportaciones en un escenario postcrisis, contraería más las importaciones e impulsaría la inflación y deprimiría aún más los ingresos reales de la población.
Lógicamente, la paralización de la economía llevó a que, en el mes de marzo, por poner un ejemplo, se sufriera una pérdida de al menos 22,916.8 millones por la caída en el cobro de los impuestos, lo que implica un 44.8 %. El cobro del ITBIS cayó en el mes de marzo en un 62.5% (RD$10,524.5 millones), mientras que el cobro de los impuestos selectivos sobre bienes y servicios se ha reducido en 63.2%, lo que ocasionó una pérdida de 5,387.8 millones de pesos, en el mismo mes. El fracaso en las recaudaciones fiscales también se extiende al comercio exterior. En este renglón el cobro de los impuestos se redujo a 28.9 %, RD$941.8 millones menos que en el tercer mes de 2019.
Los mecanismos por excelencia que ha usado República Dominicana es la deuda. Sin embargo, esta vez la crisis del coronavirus le ha encontrado sumamente endeudada. Para enero del 2020, República Dominicana se encuentra sumamente endeudada, el monto de la deuda del sector público no financiero es de US$38,454.1 millones, equivalente al 41.9% del PIB. De ese total, un 32.8% es deuda interna, y el resto, externa. Y eso no incluye la deuda “cuasi fiscal” del Banco Central, que al 17 de marzo ascendía a un monto equivalente a US$11,776.6 millones.
[1] Aportes del Observatorio Dominicano de Comercio Internacional (ODCI) para el Diálogo Ciudadano.